La particularidad de cada caso determinan situaciones absolutamente individuales en lo que se refiere a las repercusiones sufridas por el espíritu eliminado de su cuerpo en vías de desarrollo.
Si existe en la ciencia del espíritu una regla fundamental que rige la ley de causa y efecto, podríamos enunciarla de la siguiente manera: la reacción de la naturaleza siempre será proporcional a la intención de la acción. Esto significa que, jamás podremos afirmar que un determinado acto, inexorablemente tendrá una exacta consecuencia.
Cuando la mayor responsabilidad de la decisión cabe a los encarnados (padre y/o madre), eximiendo al espíritu de participar voluntariamente en el aborto, tendremos un tipo de situación a ser analizada.
El espíritu, cuando tiene un nivel de evolución mayor, tiene reacciones más moderadas y tolerantes. Muchas veces es él mismo quien está destinado a aproximar a la pareja, restablecer la unión o inclusive, en el futuro, servir de amparo social o afectivo a los miembros de la familia. Lamentará la oportunidad perdida para ayudar a aquellos que ama y no se dejará atrapar por el odio o resentimiento, inclusive cuando el acto de aborto tenga provocado sufrimientos físicos y psíquicos. En muchos casos mantendrá, inclusive como desencarnado, en la medida de lo posible, su trabajo de inducción mental positiva sobre la madre o la pareja.
En las situaciones en que el espíritu se encuentra en escalas de evolución más bajos, las reacciones serán más descontroladas y sobre todo, más agresiva. Los espíritus destinados al reencuentro con aquellos a quién fue vinculado en el pasado por lazos desarmonizados, al sentirse rechazados, devuelven en idéntica moneda el amargo hiel del resentimiento.
En vez de sentirse recibidos con amor, sufren el shock emocional de la indiferencia o el dolor de una expulsión violenta. Todavía en estado infantil en la cronología del desarrollo espiritual, reaccionan con la persecución de los cónyuges y los otros que estuvieron asociados a la realización del acto abortivo.
En determinadas circunstancias, permanecen vinculados al chakra genésico materno, induciendo consciente o inconscientemente a profundos disturbios ginecológicos en aquellas que fueran destinadas a ser su mamá.
Otros, através de un proceso de “vampirización” (absorción) energética, se transforman en verdaderos endoparásitos del organismo perispiritual, adhiriendo al chakra esplénico, absorbiendo la energía vital materna.
Las emanaciones maternas y paternas de remordimiento, culpa, y otras que determinan el estado psicológico depresivo, abren caminos a nivel de chakra coronario de los padres para imantar obsesiones de naturaleza intelectual.
La terapéutica espiritual, agregada a la médica, puede encaminar a todos los que están envueltos en ese desequilibrio, aunque frecuentemente es largo y trabajoso.
También existen espíritus que, por el rechazo sistemático en reencarnar, para huir de determinadas situaciones, cortan los lazos que los unía al embrión. Esos casos tendrán sus débitos cármicos agravados y muchas veces encontrarán dificultades posteriores para reencarnar, siendo atraídos a gestaciones inviables y a padres necesitados de vivir la valorización de la vida.
De cualquier manera, el gran remedio llamado tiempo siempre el propiciará la madurez y revisión de posturas que serán gradualmente más armonizadas y sobre todo más constructivas.
Todos tendrán oportunidad de amar.
Por Ricardo Di Bernardi
Médico pediatra e homeópata e espírita