Muchos afirman que el aborto es un derecho de la mujer, por el hecho de que el cuerpo está en formación y que el bebé es de ella. En verdad, el ser que se está desarrollando en el santuario uterino, tiene una individualidad propia y su organismo físico genuinamente no le pertenece a la madre, pués tiene vida propia y jamás será confundido con el cuerpo de la madre. El embrión es una vida humana y quitarle la vida es un crimen horrendo. La tesis de que la libertad de cometer un aborto es sustentada en el principio de la libertad de la mujer, que tiene una estructura física mucho más completa en comparación con el bebé en su vientre, sólo deba ser reconocida en el caso de que la gestación ponga en riesgo la vida de la mujer en forma inminente. Sólo en esos casos, es preferible que sea sacrificado el ser que todavía no nació que de aquella que ya existe, en este caso, la madre.
Es muy importante recordar que, afortunadamente, con la evolución de la medicina, tales casos son cada vez más raros.
Es fundamental destacar que la libertad de la mujer no puede ser resaltada al costo del sacrificio de otra vida.
Otra teoría, que desde ya es muy anticuada y anticientífica, que intenta colocarse a favor del aborto es aquella que asocia su argumento a las consecuencias sociales generadas por una alta taza de natalidad, o en los casos en que la madre no tiene condiciones para sustentar el hijo. Con la difusión de los métodos anticonceptivos, esa preocupación no debería ser vivenciada. Al mismo tiempo, los órganos de gobierno, en vez de incrementar el aborto, deberían disponibilizar más recursos y utilizarlos para la educación de la sociedad, como también incrementar la bendita adopción de los menores desfavorecidos.
Es más importante canalizar de verdad los recursos financieros para sacar la educación del caos en que se encuentra. Es necesario dar prioridad a la educación de la población, construyendo más escuelas y proporcionando educación de alta calidad, de que crear leyes de exterminio de los productos de la concepción humana, que serían cumplidas por la medicina pública, igualmente precaria.
La ignorancia de la fisiología sexual y los recursos anticonceptivos sustentan el aborto, tanto el clandestino cuanto el amparado por la ley. Los abortos clandestinos o no, tienen su génesis en la falta de instrucción e ignorancia del pueblo y falta de interés y capacidad de los políticos con la salud pública. Desgraciadamente, para la gran mayoría de las mujeres es más fácil “sacarse el hijo de encima” de que instruirse y ser acompanhada por una medicina eficaz y valorizada.
El camino a seguir es evitar los embarazos no programados, a través de la información de las personas en relación a la sexualidad, dando énfasis al conocimiento de la fisiología y, principalmente, de la instrucción al respecto de la contraconcepción, porque, inclusive en los países en donde el aborto es legalizado, las clínicas clandestinas no dejaron de existir, ya que la mujer embarazada no de desea exponerse públicamente; esconde su identidad, prefiriendo el anonimato. Por lo tanto, el aborto, cualquiera que sea, amparado por la ley o no, no es la solución para nada; inclusive, cargando consecuencias físicas, psicológicas y espirituales serísimas.
Por Américo Domingos Nunes Filho